Antes de ser mamá, fui mujer (y aún lo soy)

Ser madre no borra a la mujer que fuiste. Solo le da una nueva dimensión. Pero esa mujer sigue viva, sigue soñando, sigue esperando que la escuches.

Convertirse en madre es uno de los actos más poderosos, transformadores y hermosos que una mujer puede vivir. Pero también puede ser el punto en el que muchas se pierden de sí mismas. En medio del cuidado, las rutinas, las exigencias y las expectativas… se olvida que antes de ser mamá, fuiste tú.

Fuiste una mujer con pasiones, miedos, sueños propios. Una mujer que bailaba sin razón, que reía con amigas, que tenía proyectos, que se ilusionaba con cosas pequeñas.
Esa mujer no desapareció: a veces solo se quedó en pausa.

Y no es egoísta querer reencontrarte con ella.
De hecho, es un acto de amor hacia tus hijos. Porque cuando una madre se siente viva, conectada y plena, todo su entorno lo siente también.

¿Cómo volver a ti sin dejar de ser mamá?

  • Hazte preguntas reales: ¿Qué necesito hoy? ¿Qué deseo volver a hacer solo por mí?
  • Reconecta con pequeños placeres: leer, caminar sola, escribir, hacer algo que te devuelva tu voz.
  • Pide apoyo sin culpa: no eres menos madre por necesitar tiempo para ti.
  • Recuerda: maternidad no significa sacrificio constante. Significa amor, sí… pero también equilibrio.

 “Tus hijos merecen una mamá feliz, no perfecta. Y tú mereces ser más que un rol. Mereces ser tú.”

Ser mujer y ser mamá no tienen porqué estar peleados. Puedes ser ambas cosas al mismo tiempo. Puedes volver a ti, sin dejar de abrazar a los tuyos.
Porque cuando floreces como mujer… también floreces como madre.

¡Feliz día a todas esas bellas madres que nos leen!

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