Aprender a mirar el cuerpo con más compasión y menos juicio
El sobrepeso no siempre se trata solo de comida. Muchas veces, viene acompañado de historias más profundas: emociones no resueltas, estrés constante, cansancio acumulado o simplemente años de ponerte al final de la lista.
No se trata de que “te dejes”, como a veces te hacen sentir. Se trata de que muchas veces la vida te sobrepasa… y el cuerpo lo refleja.
El hambre no siempre es de comida. A veces es de paz. De descanso. De afecto. De volver a ti.
Aquí no venimos a juzgarte, venimos a recordarte que puedes comenzar donde estás, con lo que tienes, sin castigos, sin vergüenza, sin dietas extremas que te rompan el alma. Solo con decisiones pequeñas, conscientes y sostenibles.
Empieza preguntándote: – ¿Qué necesita realmente mi cuerpo hoy? – ¿Qué puedo hacer por mí que no implique autocastigo? – ¿Cómo me hablaría si fuera mi mejor amiga?
Y desde ahí, construir. Con suavidad. Con respeto. Con amor propio.
Porque el cuerpo no es un enemigo que vencer, es tu hogar. Y merece cuidado, no castigo.
Pequeños cambios, grandes efectos
Si no sabes por dónde empezar, empieza por aquí…
- En lugar de toma café, toma agua apenas despiertes. Tu cuerpo lo agradecerá.
- Come sentada y sin prisa, aunque solo tengas 10 minutos. Mereces comer con presencia.
- Duerme bien. No todo se arregla comiendo mejor. A veces, solo necesitas descansar.
- Haz caminatas cortas. No necesitas un gimnasio, solo movimiento.
- Habla bonito de ti. Frente al espejo. En tu mente. En tus palabras.
- No compres comida que no quieres comer. Tu fuerza de voluntad empieza en el carrito del súper.
- Come más natural, menos procesado. Tu cuerpo entiende mejor lo que viene de la tierra que lo que viene de una fábrica.
- Celebra cada pequeño logro. Comer una fruta en lugar de un panecillo también cuenta.
Recuerda que cuidar tu cuerpo no es por castigo, es por amor.